Claves en tiempo presente (Primera Parte) Eric Hobsbaum
Especial de la Revista The
New Left Review, publicado por Diario
Clarín//Zona//23 de mayo de 2010.
En esta entrevista el
historiador inglés analiza la crisis actual y los cambios producidos en el mundo
en los últimos años.
A su criterio, se han dado
cinco grandes cambios en el mundo actual: el desplazamiento del centro
económico del mundo del Atlántico Norte al Sur y al Este de Asia; la crisis
mundial de capitalismo; el fracaso de Estados Unidos en mantener su hegemonía
mundial después de 2001; la aparición de
nuevos bloques de países en desarrollo (los BRIC), y el
debilitamiento sistemático de Estados Unidos y en general, de cualquier clase
de autoridad estatal efectiva.
Al analizar el desarrollo de
lo que fue la clase obrera, consigna que
ha habido tres importantes desarrollos negativos. El primero es, la xenofobia,
el segundo, que gran parte del trabajo y del trabajo manual no es permanente,
sino temporario, lo que obsta a considerarla como fuerza potencial organizable,
y tercero, la creciente ruptura producida por un nuevo criterio de clase. En
concreto, dice, aprobar exámenes en colegios y universidades como un billete de
acceso para el empleo.
Al comparar la crisis de
1929 con la actual, expresa que aquélla no empezó con los bancos, sino con el
mercado de valores y casi de la nada, a diferencia de la actual que tuvo
un proceso de incubación mayor. La
crisis del 29, en gran parte del mundo fuera de Europa y América, los sectores
globales de la economía eran áreas que en gran medida no afectaron a los que la
rodeaban, y en todo caso, la presencia de la URSS solo tuvo un efecto
ideológico al verse como alternativa; no obstante hubo en importante giro a la
derecha, salvo América del Norte. En la crisis actual, la presencia China y las
economías emergentes actuaron como contrapeso, ayudando a mantener una
estabilidad mayor de la economía mundial, de la que hubiera alcanzado de otro
modo. Los principales cambios o giros en la política no se producirán entiende,
en Estados Unidos u occidente, sino casi seguro en China.
En el ámbito de las
decisiones políticas, tanto internas como externas, afirma que el Estado nación
era y sigue siendo el marco de tales decisiones, y que no hay un marco
supranacional que actúe. Para el historiador inglés, el intento de establecer
estados supranacionales ha fracasado, y considera a la UE como un ejemplo de
ello, pese a entender que frente a otros intentos (los Estados panárabes) ha
tenido un desarrollo importante. Niega también que exista posibilidad alguna de
crear una federación en América del Sur, aunque en este caso, no aporta las
razones que lo llevan a tal afirmación.
A continuación, una parte
de dicha entrevista:
¿Cuáles son los principales
cambios que registra desde entonces en la historia mundial?
Veo cinco grandes cambios.
Primero, el desplazamiento del centro económico del mundo del Atlántico norte
al sur y al este de Asia. Este proceso comenzó en los años 70 y 80 en Japón,
pero el auge de China desde los 90 ha marcado la diferencia. El segundo es,
desde luego, la crisis mundial del capitalismo, que nosotros predijimos siempre
pero que tardó mucho tiempo en llegar. Tercero, el clamoroso fracaso de la
tentativa de Estados Unidos de mantener en solitario una hegemonía mundial
después de 2001, un fracaso que se manifestó con mucha claridad. Cuarto, cuando
escribí Historia del siglo XX no se había producido la aparición como entidad
política de un nuevo bloque de países en desarrollo, los BRIC (Brasil, Rusia,
India y China). Y quinto, la erosión y el debilitamiento sistemático de la
autoridad de los Estados: de los Estados nacionales dentro de sus territorios
y, en muchas partes del mundo, de cualquier clase de autoridad estatal
efectiva. Acaso fuera previsible pero se aceleró hasta un punto inesperado.
¿Qué más le ha sorprendido?
Nunca dejo de sorprenderme ante
la absoluta locura del proyecto neoconservador, que no sólo pretendía que el
futuro era Estados Unidos, sino que incluso creyó haber formulado una
estrategia y una táctica para alcanzar ese objetivo. Hasta donde alcanzo a ver,
no tuvieron una estrategia coherente.
¿Puede prever alguna recomposición política de lo que fue la clase obrera?
No en la forma tradicional. Marx
estaba sin duda en lo cierto al predecir la formación de grandes partidos de
clase en una determinada etapa de la industrialización. Pero estos partidos, si
tenían éxito, no funcionaban como partidos exclusivos de la clase obrera: si
querían extenderse más allá de una clase reducida, lo hacían como partidos
populares, estructurados alrededor de una organización inventada por y para los
objetivos de la clase obrera. Incluso así, había límites para la conciencia de
clase. En Gran Bretaña el Partido Laborista nunca obtuvo más del 50 por ciento
de los votos. Lo mismo sucede en Italia, donde el PCI era todavía más un
partido popular. En Francia, la izquierda se basaba en una clase obrera débil
pero políticamente fortalecida por la gran tradición revolucionaria, de la que
se las arregló para convertirse en imprescindible sucesora, lo cual les
proporcionó a ella y a la izquierda mucha más influencia. El declive de la
clase obrera manual parece algo definitivo. Hay o habrá mucha gente que quede
realizando trabajo manual, pero no puede seguir siendo el principal fundamento
de esperanza: carece del potencial organizativo de la vieja clase obrera y no
tiene potencial político. Ha habido otros tres importantes desarrollos
negativos. El primero es, desde luego, la xenofobia, que para la mayoría de la
clase obrera es, como dijo el alemán August Bebel, el "socialismo de los
tontos": salvaguardar mi trabajo contra gente que compite conmigo. Cuanto
más débil es el movimiento obrero, más atractiva es la xenofobia. En segundo
lugar, gran parte del trabajo y del trabajo manual que la administración
pública británica solía llamar "categorías menores y de
manipulación", no es permanente sino temporario; por ejemplo, estudiantes
o emigrantes trabajando en catering. Eso hace que no sea fácil considerarlo
como potencial organizable. La única forma fácilmente organizable de esa clase
de trabajo es la que está empleada por autoridades públicas, razón por la cual
estas autoridades son vulnerables. El tercero y el más importante de estos
cambios es la creciente ruptura producida por un nuevo criterio de clase, en
concreto, aprobar exámenes en colegios y universidades como un billete de
acceso para el empleo. Esto puedes llamarlo meritocracia pero está
institucionalizada y mediatizada por los sistemas educativos. Lo que ha hecho
es desviar la conciencia de clase desde la oposición a los empleadores a la
oposición a juniors de una u otra clase, intelectuales, élites liberales o
aventureros. Estados Unidos es un típico ejemplo, pero, si miras a la prensa
británica, verás que no está ausente en el Reino Unido. El hecho de que, cada
vez más, obtener un doctorado o al menos ser un posgraduado también te da una
oportunidad mejor para conseguir millones complica la situación.
…..”
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