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Mostrando entradas de 2018

Concilio Vaticano II y teología de la liberación

El recordatorio de los 50 años del Concilio Vaticano II también es momento de reflexión en Latinoamérica, donde más fieles tiene la Iglesia católica, pero donde también avanzan otras confesiones cristianas, creencias posmodernas y el agnosticismo. Así como el concilio iniciado por Juan XXIII supuso en Europa el inicio del diálogo del catolicismo con el “mundo moderno”, en América Latina significó el comienzo del diálogo con el “mundo de los pobres”, según Pedro Ribeiro de Oliveira, sociólogo y profesor en la maestría en Ciencias de la Religión de la Universidad Católica de Minas Gerais (Brasil). “Pero en estos 50 años esa opción ha ido perdiendo fuerza. Los miembros de la Iglesia no se sienten más comprometidos y la jerarquía tiene más preocupación por sumar fieles que por el diálogo con los pobres”, advierte Ribeiro. Al finalizar el Concilio Vaticano II (1962-1965), los obispos latinoamericanos manifestaron esa opción por los pobres en la Conferencia General del Episcopado re

Franceschi y la libertad política

Un novelista inglés, Robert Graves, puso en boca de uno de sus personajes históricos una frase penetrante: “History is an old man´s game” (La historia es un deporte para ancianos). Así me siento, desde mis ochenta años, al escribir sobre un hombre que no conocí personalmente, pero que aprendí a admirar por su lucidez y energía espiritual. En otro lugar, he escrito sobre la historia intelectual de CRITERIO entre 1928 y 1968(1) y remito a los lectores a ese ensayo que resumía la tensión entre el orden y la libertad, como las fronteras en que la historia de la revista trazó los primeros cuarenta años de su destino. Recuerdo que hace ya mucho, Michel de Certeau, de visita a la Argentina y a nuestra redacción –que estaba todavía en Alsina 840– habló de “milagro intelectual”. En boca de un distinguido jesuita, psicoanalista y teórico de la historia, no fue un pequeño halago el que recibimos, aunque captado con amable displicencia por Jorge Mejía, entonces director de la revista. Pe

Manuel Castells: La democracia liberal ha colapsado porque ha perdido legitimidad en las mentes de los ciudadanos en todo el mundo.

Manuel Castells: La democracia liberal ha colapsado porque ha perdido legitimidad en las mentes de los ciudadanos en todo el mundo. Por Alexis Rodríguez-Rata Pocos españoles hay hoy tan globales y citados como Manuel Castells. Él, que nació y creció en el franquismo, se formó en el antifranquismo, vivió la revolución del Mayo francés de 1968, experimentó la transición y fue pionero en ver las implicaciones de lo que crecía en Silicon Valley y –cerca– en el nuevo movimiento gay. Él, que como pocos pueden hablar de esta España, nacido en una provincia (Hellín, Albacete, 1942) que con el paso de Franco a la democracia pasó de la región de Murcia a Castilla-La Mancha; que estudió en la Barcelona de los movimientos universitarios; que vivió el cambio al Estado de derecho (con sus logros y sus olvidos) desde Madrid, pasando antes por el exilio de París y luego por el auge contracultural e innovador de San Francisco. Y después por Boston, Oxford, Cambridge, Tokio, Ciudad de México

La reconstrucción de la confianza. La batalla cultural como imperativo moral

                      La batalla cultural como imperativo moral La idea central que me anima es la necesidad de poner en foco lo que entiendo constituye el eje sobre el que hay que vertebrar un nuevo orden social y político. Y no es sino la revalorización de la política como actividad esencialmente integradora de los diversos intereses en juego en toda sociedad, teniendo en claro que un nuevo diseño institucional no puede asumirse como la solución inmediata de todos nuestros males. Romper la anquilosada trama de relaciones políticas, sociales y económicas construidas al amparo de una democracia autista requiere algo más que protestar y manifestar según los intereses afectados. Se necesita voluntad de cambio, una participación constante y primordialmente, tomar conciencia que el verdadero cambio debe darse en el factor humano. Y para recuperar esta condición que está profundamente ligada con la idea de comunidad política creo, más allá de la nueva política o de nuevos modelos