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Mostrando entradas de abril, 2018

Concilio Vaticano II y teología de la liberación

El recordatorio de los 50 años del Concilio Vaticano II también es momento de reflexión en Latinoamérica, donde más fieles tiene la Iglesia católica, pero donde también avanzan otras confesiones cristianas, creencias posmodernas y el agnosticismo. Así como el concilio iniciado por Juan XXIII supuso en Europa el inicio del diálogo del catolicismo con el “mundo moderno”, en América Latina significó el comienzo del diálogo con el “mundo de los pobres”, según Pedro Ribeiro de Oliveira, sociólogo y profesor en la maestría en Ciencias de la Religión de la Universidad Católica de Minas Gerais (Brasil). “Pero en estos 50 años esa opción ha ido perdiendo fuerza. Los miembros de la Iglesia no se sienten más comprometidos y la jerarquía tiene más preocupación por sumar fieles que por el diálogo con los pobres”, advierte Ribeiro. Al finalizar el Concilio Vaticano II (1962-1965), los obispos latinoamericanos manifestaron esa opción por los pobres en la Conferencia General del Episcopado re

Franceschi y la libertad política

Un novelista inglés, Robert Graves, puso en boca de uno de sus personajes históricos una frase penetrante: “History is an old man´s game” (La historia es un deporte para ancianos). Así me siento, desde mis ochenta años, al escribir sobre un hombre que no conocí personalmente, pero que aprendí a admirar por su lucidez y energía espiritual. En otro lugar, he escrito sobre la historia intelectual de CRITERIO entre 1928 y 1968(1) y remito a los lectores a ese ensayo que resumía la tensión entre el orden y la libertad, como las fronteras en que la historia de la revista trazó los primeros cuarenta años de su destino. Recuerdo que hace ya mucho, Michel de Certeau, de visita a la Argentina y a nuestra redacción –que estaba todavía en Alsina 840– habló de “milagro intelectual”. En boca de un distinguido jesuita, psicoanalista y teórico de la historia, no fue un pequeño halago el que recibimos, aunque captado con amable displicencia por Jorge Mejía, entonces director de la revista. Pe